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viernes, 19 de febrero de 2010

bildungsroman. 4


papá,
con su pipa de kifi,
su jersey gris
y niño atrapado

3 comentarios:

  1. Cada nueva entrega del (¿la?) bildungsroman resulta más enigmática que la anterior. Miradas difíciles de interpretar.

    Un abrazo.

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  2. el ocio del suicida20 de febrero de 2010, 14:19

    coincido. su bildungsroman, m. g., es cada vez más fascinante y adictiva. el equilibrio entre la fotografía y el texto (sobrio, justo) roza la perfección de un extraño haiku: no hay más que lo que hay (pero ¡cuánto hay...!)
    sé de su ¿aversión?, ¿indiferencia?, hacia la poesía; pues, sepa que eso es lo que está usted haciendo.
    saludos desde este sábado.

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  3. Por esa fecha, (circa 1967), mi padre preparó un pastel de kifi en rama. Era una pieza del tamaño de una revista quimera y del grosor de un dedo, con la apariencia de una tableta de jabón lagarto que no invitaba a consumirla, pero cortó una pequeña porción, apenas una cuña del tamaño de un caramelo sugus, y me la dio... era de un sabor dulce que se deshacía en la boca, desaparecía ese sabor para dar paso a un amargor difícil de definir y perdurable, no molesto, nunca después lo he degustado, y al rato me quedé dormido.

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