Contraluz.
Novela histórica
Miguel Guerrero
Contraluz , de Thomas Pynchon, es un texto pedagógico de Historia. No una
Historia que captura solo los grandes acontecimientos sino la intrahistoria.
Abarca un periodo reconocible entre 1893 y 1920, espacio de tiempo en el que
las vidas desperdigadas de los hijos del anarquista Webb Traverse, en un mundo
que está gestando un mundo futuro, nuestro presente, se ven expuestos a
aventuras, odios, desesperanzas y todo lo que conlleva vivir activamente,
afectados muy de cerca por esos cambios históricos.
Los
personajes de la novela, al principio alejados unos de otros y sin contacto,
van encontrándose a lo largo de la narración, rozándose, un poco a la manera de
vidas cruzadas, en esos puntos en el espacio o agujeros negros en los que van
confluyendo y desapareciendo, para volver a aparecer más tarde, en una
entrópica evanescencia en la que van perdiendo sus ideales o su inocencia.
Nos
relata el autor el principio del fin, los supuestos termodinámicos en los que
se genera y consume la energía están empezando a ser utilizados y esto abocará
un futuro apocalíptico. (Excelente el capítulo de los emigrados del tiempo,
pág. 521 y siguientes).
He leído la novela en
clave actual. Me explico. Cambiando los utensilios que manejan los personajes
por sus casi correspondientes actuales, la novela podría transcurrir en nuestros
días. Motocicletas incipientes; primeros teléfonos inalámbricos. Y, en general,
la ciencia, como ahora, en ebullición. O la Venedig in Wien, una Venecia en
Viena, que preludia los parques temáticos actuales, esos sí, con la inocencia
aún no perdida por el hiperconsumo.
En la página 908, Kit
se plantea lo siguiente: Kit es el hijo menor de Webb Traverse, un anarquista
asesinado por un capitalista, Scardable Vibe. A la altura de esta página planea
la inminente venganza: Kit y su hermano Reef quieren matar a Vibe, están en
Europa, aún no se ha consumado la venganza, todavía es una promesa para el
lector que, así es mi caso, la espera con impaciencia. El narrador nos dice lo
que piensa en este momento Kit: “Kit casi habría llegado a esperar que algún
día, en un futuro soñado, cuando su silencio se hubiera vuelto plausible para
Pearl Street, llegaría su hora de regresar, agente por fin del fantasma
vengativo de Webb, de regresar a la América diurna, a sus asuntos prácticos, a
su constante negación de la noche. Donde actos como el que él pensaba realizar
no recibían otro nombre que el de “Terror”, porque el idioma de aquel lugar –ya
nunca decía “hogar”– no poseía otros”.
El
título original de la novela es Contra el día. La negación de la noche en la
que piensa Kit es esa América oscura, insaciable y materialista que está
consumándose sin piedad en los albores del siglo XX. Matar a Vibe es matar
simbólicamente esa América de la que es representante el magnate hijodeputa.
Pero también es entrar, pertenecer, a esa barbarie. El título Contra el día
puede referirse a ese comportamiento del incipiente imperio favorable a las
tinieblas, lugar idóneo en el que prosperar. Centro, quizá, de todo el arsenal
crítico de la novela.
El texto, de 1.337
páginas, da mucho de que hablar, mucho que reseñar, analizar, etc. Es un
Pynchon. Insolvente yo para ir más allá de estos tibios apuntes, de estos
movimientos rápidos del pensar, espero que, por ejemplo, un texto de Francisco
Collado o un artículo de Juan Fº Ferré sobre Contraluz nos ayude a
comprender de manera amplia este inmenso libro de Pynchon.
P.D.
El crítico Antonio J. Rodríguez
hace una reseña del libro en la revista Quimera 323 de octubre de 2010, en la
que dedica casi todo su espacio a hablar del texto en términos de dificultoso,
considerándolo una subida alpinista de “ochomiles”, lo compara al Finnegans Wake de Joyce o al propio El arco iris de gravedad. NO LE HAGAN CASO. No siendo un
libro de lectura fácil, Contraluz,
comparado con estos, es un libro convencional en cuanto a su fluidez de lectura,
su disposición temporal de los hechos narrados y su aspecto formal en general,
eso sí, como todo producto Pynchon encierra claves científicas no al alcance de
todos a la primera, incluido yo (para remediar esto recomiendo una aproximación
al esclarecedor texto de Francisco Collado El
orden del caos: literatura, política y
posthumanidad en la narrativa de Thomas Pynchon, editado por la Universidad
de Valencia. 2004, en el que desvela ese tipo de claves, y muchas otras, a
anteriores novelas del autor).Más allá de esto, el texto de Pynchon es adictivo
y no requiere un equipamiento especial para escalada, solo un poco de paciencia
ante su largo recorrido, una actitud de lector atento y activo, prestar
atención a lo que dice “el otro”, como requiere la profesión lectora. Y a
disfrutar, si puede.
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